2.10.06

» Cap. I.

-¿Daniel?
-Si, ¿usted es Don Tomás?
-No, Don Tomás no ha llegado aun, acaba de llamar diciendo que venía en camino. ¿Té molesta esperarlo unos minutos?
-¡Noo!, en lo absoluto.
-Entonces toma asiento en ese sillón de allá por favor.
-Muchas gracias.
Daniel acababa de llegar a Puente de Caña y la verdad le parecía un pueblucho de mierda sin nada entretenido que hacer, pero lamentablemente su padre por motivos de trabajo había sido transferido por motivos laborales, él estaba acostumbrado a la gran ciudad, a las fiestas de los fines de semana y a toda la vitalidad que implica una ciudad como la capital. Como llevaba una semana ahí ya era momento de buscar algo que hacer, y en el periodico encontró un aviso publicitario en que buscaban a joven con buena condición física y astuto para un trabajo especial, eso último le ponía su toque de misterio lo que le llamó la atención a Daniel a acudir a la entrevista para conseguir el empleo. La habitación en que se encontraba era una sala amplia con murallas blancas sin cuadros ni nada decorativo, solo una ventana por la que entraba un haz de luz que permitía la suficiente iluminación para la sala de espera, estaba en el tercer piso de uno de los tres edificios que tenía el pueblo, el "Acuario". De pronto de la puerta entran tres chicos de su edad, dos de ellos con uniforme de la Academia Philip que, vale decir, es la mejor escuela de nivel medio de Puente de Caña. Parecian lucír con orgullo la insignia de un círculo rojo en su chaqueta negra a la altura del corazón, el otro muchacho vestía de civil con un polerón azul con un estampado, unos jeans que le caían hasta las rodillas y luego unos flequillo que daban cuenta de que los había cortado y unas zapatillas negras. Los dos escolares entraron entre riza y riza y apenas vieron que había alguién más en la sala bajaron la voz. Se acercó el mismo viejo que había atendido a Daniel.
-¿Me dicen sus nombres caballeros?
-¿Tú eres Don Tomás? _ dijo uno de los uniformados poniendoce serio.
El viejo agudizó su mirada y se mostró un tanto molesto por como se dirigió el muchacho a su persona.
-No, Don Tomás se retrasó, si quieren pueden esperarlo. Ahora, ¿me dan sus nombres?
El mismo muchacho respondió.
-Soy Fernando Marín
-Martín Lobos _respondió el otro uniformado
-¿Y tu eres? _ preguntó al chico de civil que aun permanecía callado mirandose las zapatillas.
-Arturo señor, mi nombre es Arturo Barrera _ dijo con un tono un tanto misterioso.
El viejo lo miró sorprendido, se puso nervioso y luego cerró la carpeta que traía en sus manos. En cierto modo se sintió disminuído por la mirada de l chico que aun no despegaba la vista del barbudo anciano.
Daniel pareció no haberle dado importancia a lo ocurrido, solo miraba de lejos, luego de que el viejo volvió a desaparecer tras la puerta que daba a lo que dedujo podía ser su oficina se sumergió en su pensamiento, aun no podía olvidar a Cleo, su fiel amiga que había dejado en Caparro, se le vinieron a la cabeza esas entretenidas salidas por la ciudad riendose de la gente que pasaba sus lados sin importarles lo que los demás pensaran de ellos, era un mundo especial solo para ella y para él. Todos los martes, después de clases iban a "TRACY", una famosa disco que a esas horas estaba cerrada pero como el dueño era el hermanastro mayor de Cleo, a ellos los dejaban entrar y bailaban locamente por la enorme pista y se sentían afortunados de tener ese privilegio de entrar sin pagar y mucho más que eso, la pista era solo de ellos. Daniel sonrío sin despegar los ojos del suelo que en realidad aun se encontraban mirando a Cleo en ese recuerdo hermoso, mirandola como su cara cambiaba de colores debido a las luces especiales.
Dentro de su oficina el viejo estaba desesperado, aun no entendía como Arturo pudiera estar en este lugar, justo en este momento había llegado y Don Tomás no se encontraba como para saber que poder hacer con él, las manos le sudaban y caminaba de un lado para otro sin ir a ninguna parte, se sentó en su escritorio y buscó en los cajones cigarros cosa que no encontró, necesitaba con suma urgencia fumar algo para relajarce, pero por el contrario, en todos los cajones no habían más que papeles y papeles con observaciones de cosas realmente sin importancia. Quizo salir pero se aterró a la idea de que Arturo lo recordara, a pesar de que ya habían pasado muchisimos años desde la última vez que lo vio. De pronto lo hizo saltar del susto el timbre del telefono, fue como un golpe a su débil corazón que corría agitadamente en ese momento, fue a tomar el auricular y del nerviosismo botó el aparato completo que se cayó al suelo y en el impacto con el suelo se descolgó, lo tomó rapidamente tirandoce de rodillas al suelo.
-¿Aló?
-¿Qué pasó hombre por dios? ¿Qué es todo ese alboroto? _ preguntó la voz ronca del otro lado.
-Lo siento jefe, es que estoy desesperado. No se que hacer.
-¿Por qué hombre, que pasó ahora?
-Es que… _ titubeó un momento y luego continuó _ Es que… él chico está aquí, llegó hace un momento.
-¿De qué chico hablas?
-Arturo señor, Arturo está aquí justo en la sala de espera.
No se escuchó nada por unos segundos del otro lado del auricular.
-pensé en la posibilidad de que atendiera al llamado
-¿Y que quiere que haga por dios jefe? _ preguntó Ricardo desesperado.
-¿Hay muchos chicos esperando?
-No Jefe, son solo cuatro muchachos de los 15 que teníamos inscritos.
-¿A que hora hiciste la sitación?
-A las 2 como usted me dijo _ lavantandoce el puño de la camisa que dejaba ver un hermoso reloj brillante.
-Yo tengo las un cuarto para las 2. Aun queda tiempo para que llegue más gente.
-Pero ¿qué hago con Arturo?
-Hay hombre por dios, despreocupate, a mi nieto no lo veo desde los 7 años, no se debe acordar de su abuelo _ espero un segundo _ además no creo que la Maite le haya dicho algo con respecto a que le pasó a mi hijo, a esa perra le pasas unos cuantos billetes y se queda calladita.
Dudo por un momento en la seguridad de Don Tomás y luego dijo:
-¿Hasta que hora quiere que espere a la gente?
-Hasta las 2, se supone que la gente que llega a la hora es la que se interesa en el trabajo ¿no?
-Ajá _ asistió
-Bueno, cualquier cosa yo te llamaré a eso de las 4 para que me cuentes que sucedió y si existe algún muchacho en esta mierda de pueblucho que nos pueda servir para esto.
-Como usted diga jefe, ningún problema.
-Ya, chao nomás. _ y colgó.
Ricardo colgó el telefono y el silencio volvió a apoderarse de la oficina dejando entrar murmullos que venían de la sala de espera posiblemente de los dos escolares que aun reían por el sabelotodo del curso o quizá por la compañera fea a quien nadie tomaba en cuenta.

2 comentarios:

Desmond Rentor. dijo...

buen comienzo de capítulo...

interesante historia
salu2 cuate

Anónimo dijo...

ya lo lei =)